Un hábito, una meta
Jun 20, 2022¿En dónde te ves dentro de 5 años? Seguramente puedes visualizarte en diversos escenarios felices, con metas cumplidas, logros y quizás incluso con nuevos retos presentes. En el imaginario, todo lo que soñaste sucede, y aunque en la realidad también podría potencialmente concretarse, es necesario tener ciertos planes y procesos establecidos para que nuestras metas no se conviertan en sueños aplazados.
Muchas veces parece que las metas son el destino final, y que una vez que lleguemos a ello, todo estará bien. Cumplir metas es un resultado, y los sistemas que desarrollas para alcanzarlos se convierten en los procesos bajo los que vivimos y experimentamos el día a día. ¿Qué haces todos los días para alcanzar esos resultados?
La palabra “rutina” tiene cierta connotación negativa en nuestra sociedad, e incluso con frecuencia nos encontramos tratando de “escapar” de ella. Sin embargo, una rutina eficiente tiene el potencial de sostener nuestra cotidianidad, de acercarnos a donde queremos llegar, y de convertirse en el proceso que nos permita identificar nuestro poder.
La rutina define lo que hacemos día a día, y lo que hacemos a diario se define por lo que nos gusta, lo que nos apasiona, aquello que buscamos y nuestras aspiraciones. Entonces, la rutina se convierte en el proceso cotidiano que moldea nuestra identidad y viceversa. Lo que hacemos nos define y nuestras pasiones y creencias definen, a su vez, aquello en lo que invertimos nuestro tiempo. Basta con darnos cuenta de que tenemos el potencial de invertir nuestros días en el proceso que nos llevará a alcanzar nuestras metas para entender de qué nos creemos capaces.
Entonces, la rutina se compone por una serie de hábitos que elegimos (consciente o inconscientemente) y se define por aquello de lo que nos creemos capaces. Todos tenemos el potencial de adquirir los hábitos que nos conducirán a alcanzar nuestras metas, pero ¿cómo creo los hábitos que funcionarán a mi favor?.
Primero, toma en cuenta cómo funciona el ciclo de los hábitos:
- Señal: identifico algo que me resulta interesante.
- Anhelo: me vuelvo consciente de que quiero ése cambio, progreso o resultado en mi vida.
- Respuesta: acciono para alcanzar ése anhelo.
- Recompensa: obtengo lo que anhelaba y comienzo a entender que puedo alcanzar mis metas.
Entonces, el ciclo de los hábitos demuestra que mientras más recompensas encuentro, más capaz me siento y más metas o anhelos puedo identificar.
Atrévete a cuestionarte:
“Mientras no logres transformar lo inconsciente en consciente, lo inconsciente guiará tu vida y tú lo llamarás destino”. Carl G. Jung
Para poder hacer los cambios necesarios cuando no estamos actuando con procesos que nos llevarán a alcanzar nuestras metas, es necesario cuestionarnos. Pregúntate: ¿Ésta conducta me ayuda a convertirme en la persona que quiero llegar a ser?. Así, poco a poco irás identificando si hay o no una relación entre aquello que deseas alcanzar y tus hábitos.
La satisfacción de alcanzar una meta es tan real que al momento de obtener la recompensa, nuestra respuesta es incluso biológica: nuestro cuerpo libera dopamina o la “hormona de la felicidad”. Entonces, descubrimos los “hábitos irresistibles”, como comer o interactuar socialmente, y se vuelven irresistibles por los niveles de dopamina que generamos durante su ejecución. La buena noticia es que casi cualquier hábito tiene el potencial de volverse irresistible, pues la dopamina no sólo se libera cuando experimentamos placer, sino también cuando lo anticipamos.
Al identificar una oportunidad de recompensa, los niveles de dopamina suben debido a la anticipación, y lo mismo ocurre con nuestra motivación para actuar. Cuando alguna tarea resulta aparentemente inalcanzable, comienza por visualizar la satisfacción que obtendrás al haberla finalizado. La anticipación de la recompensa es lo que nos pone en acción, no la obtención de la recompensa en sí.
Crea un clima propicio para tu crecimiento
Mientras crecemos, nos dedicamos a imitar lo que está a nuestro alrededor. Si bien no elegimos nuestros hábitos más antiguos, sí podemos decidir cuestionarlos. Siempre es un buen momento para redireccionar. Observa si la rutina con la que te identificas todos los días te aporta algo para obtener los resultados que buscas. Además, atrévete a ser crítico e identificar si el ambiente del que formas parte te impulsa a alcanzar esos hábitos y rodéate de aquellos con quienes tienes metas en común.
La meta no siempre debe ser convertirte en el o la mejor. Atrévete a actuar sin miedo a tener un resultado poco exitoso. Actuar es el único comportamiento que podemos garantizar que nos llevará a algún resultado. Es natural que por medio al fracaso dejemos de actuar. Siempre considera que lo ideal es avanzar, aunque sea despacio, no permanecer estáticos.
¿Cuánta energía pones en aquello que persigues? Sí, hay que poner suficiente energía en aquello que queremos materializar, pero sé inteligente y analiza con paciencia cuánta energía estás dedicando en eso que quieres alcanzar. Una meta que requiere demasiada energía puede bien resultar en una fuga… si nada se concreta o no nos lleva a crecer, sólo estamos alimentándola con todo aquello que bien podríamos dirigir hacia otro lado.
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Hacernos cargo de lo propio es uno de los escenarios más imponentes. Asumir que todo lo que nos sucede es nuestra responsabilidad puede parecer demasiado, pero también es una de las formas más bonitas de amor propio. Comenzar a hacernos cargo de materializar nuestros sueños es un medio para garantizar que nos daremos a nosotros mismos todo lo que de alguna forma u otra esperamos de los demás. Y tú ¿tienes una rutina que te acerca a donde quieres estar?.
Fuente:Atomic Habits
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